ZACATECAS
Ubicada en la región centro-norte de México, y capital del estado homónimo, Zacatecas es una ciudad única en el mundo, y una de las ciudades virreinales más bellas del país. A 700 km de la Ciudad de México, la ciudad de Zacatecas se alza en un estrecho valle al pie del Cerro de la Bufa. Se halla a más de 2.400 metros de altitud. Su origen, hace más de 450 años, y el desarrollo de la ciudad está ligado a la plata, y sus edificios son una muestra de esa riqueza.
Desde sus magníficas iglesias y palacios coloniales hasta sus edificios porfirianos –todos construidos con la característica cantera rosa de la región–, la arquitectura zacatecana es un reflejo de la importancia económica y cultural que este centro minero ha mantenido desde su fundación el 8 de septiembre de 1546, cuando Juan de Tolosa descubrió importantes yacimientos de plata.
Por ser un ejemplo excepcional de un asentamiento colonial que logró levantarse y florecer en un terreno complicado y un paisaje agreste pero de suma belleza, el centro histórico de Zacatecas fue ingresado a la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1993.
Apenas 25 años después de la caída de la Gran Tenochtitlan y su refundación como la Ciudad de México se descubrió un yacimiento de plata a 600 km al norte de la capital de la Nueva España. El hallazgo propició la fundación de uno de los primeros asentamientos mineros en el nuevo virreinato: una pequeña villa llamada Real de Minas de Nuestra Señora de los Zacatecas.
La plata resultó ser abundante y muy rápido el pequeño y alejado poblado comenzó a crecer. Para 1585, el Rey Felipe II le concedió el título de muy noble y leal ciudad, y tres años más tarde le otorgó también un escudo de armas. Zacatecas se consolidó así como un importante centro para la colonización y evangelización de los yermos territorios del norte. Durante el siglo XVII, alcanzó la cúspide de su producción de plata, contando la mayor cantidad de vetas no sólo de la Nueva España sino de todo el Imperio español. La bonanza se mantuvo durante el XVIII, lo que se reflejó en la construcción de una ciudad barroca de emblemáticas iglesias, colegios y edificios civiles, que fueron construidos sin escatimar en materiales y diseño.
La guerra de independencia llegó en el siglo XIX, y una década de conflictos armados bastó para que el sistema económico novohispano se desarticulara. La minería se abandonó y no logró recuperarse sino hasta el Porfiriato, cuando una nueva oleada de inversión extranjera permitió revitalizar la industria minera de la nueva nación independiente. La plata volvió a salir de las minas zacatecanas y la fortuna le volvió a sonreír a la ciudad de Zacatecas. Su importancia volvió a ser tal que, durante la Revolución, fue la sede de la batalla que se considera como la más importante de todo el conflicto: la Toma de Zacatecas; en la cual Pancho Villa enfrentó y derrotó a las tropas del traidor Victoriano Huerta.
Pero la Revolución también le pasó la cuenta a Zacatecas, que perdió más de la mitad de su población a causa del conflicto. De hecho, no sería sino hasta la década de 1960 cuando la ciudad pudo alcanzar la misma población que tenía en 1900. La ironía de esto es que la combinación de parálisis económica y poca población, permitió que los edificios históricos de la ciudad se conservaran de una manera excepcional.